El infierno
Leyendo la bitácora de Javier Armentia he visto una entrada donde comenta el reciente abandono del limbo por parte del Vaticano. Eso me ha hecho pensar en la definición del infierno que me dieron en el colegio. Más o menos venía a decir que el infierno es estar alejado de Dios por toda la eternidad. La cosa no me parecía que diera mucho miedo. Eso sí, los tipos se las arreglaban para dar un poco de miedo recordándote lo que significa "toda la eternidad". Claro, el concepto de eternidad también daría miedo a un niño asociado al cielo o a lo que fuera, pero ellos tenían la habilidad de asociarlo a lo negativo.
El caso es que si el infierno es la ausencia de Dios, es difícil saber qué tiene eso de malo. Todos los que no tenemos Fe no vemos a Dios por ningún lado. Así que vivimos en una especie de infierno en vida. Si te lo tomas por el lado negativo y ves las cosas malas que pasan, la cosa puede tener sentido. Pero es que igualmente no veo a Dios por ningún sitio cuando me pasa algo bueno. Creo recordar que la respuesta que daban a este problema era que, aunque no lo sepamos, Dios está alrededor y cuando vayamos al infierno notaremos su ausencia. La otra opción era que después de morir vemos a Dios, muy enfadado, nos condena y nos priva de su presencia para siempre, presencia de la que hemos disfrutado durante la celebración del juicio sumarísimo. Vamos, que sería como si después de tener un orgasmo nos cortaran la polla. Eso sí que me parece un infierno en condiciones.
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